"Un cuento chino"

Entre sus muchas virtudes, Chuang Tzu tenía la de ser diestro en el dibujo. El rey pidió que dibujara un cangrejo. Chuang Tzu respondió que necesitaba cinco años y una casa con doce servidores. Pasaron cinco años y el dibujo aún no estaba empezado. "Necesito otros cinco años", dijo Chuang Tzu. El rey se los concedió. Transcurridos diez años, Chuang Tzu tomó el pincel y en un instante, con un solo gesto, dibujó un cangrejo, el cangrejo más perfecto que jamás se hubiera visto. 
CALVINO, I. Seis propuestas para el próximo milenio. Siruela. Madrid, 2012, pág. 65.

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